No puedo plantarme delante de ti y obligarte a que me escuches. Ya no. No estoy en mi derecho de pedirte nada. No estaría bien. Así que, a esta pantalla de ordenador, de fondo frío y letras negras tengo que decirle, que te quiero. Y que me fastidia no haber podido demostrártelo, que no haya sabido hacerlo a tiempo. Porque ahora mismo estaríamos hablando, diciendo cualquier tontería, estarías riéndote de mí como de costumbre y te saldría esa sonrisa que tanto me gusta. Y yo... bueno... yo apoyaría mi cabeza en tu hombro y estaría intentado no quererte más de lo que ya lo hago. Cosa casi imposible, por cierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario